lunes, 1 de diciembre de 2014





5. La Internet como espacio para la comunicación social
Una manera concisa de conceptualizar las posibilidades comunicativas de la Internet es recurrir a una metáfora: un conjunto de “espacios” para la comunicación social (December, 1995). Uno de los efectos de las metáforas es aclarar aspectos de la realidad, pero oscurecer otros. Frente a la tan cacareada "autopista de la información", es preferible concebirla como un espacio o, mejor, como una comunidad de personas que se relaciona entre sí en un conjunto de espacios cibernéticos (Harasim, 1995). Los arquitectos diseñan el espacio en el que trabajamos, pasamos nuestro tiempo libre, nos relacionamos y vamos de un sitio a otro. Así pues, la interacción humana tiene lugar en espacios artificiales (tanto como la red), construidos por el ser humano, en mayor o menor grado a su medida y que condicionan las actividades y los flujos de comunicación. La interacción humana mediada por ordenador también se realiza en "espacios", pero son algo peculiares: son "lugares" no topológicos, existentes tan sólo como metáfora para aprehender las interacciones comunicativas que en ellos tienen lugar. Sin embargo, la comunicación que se produce en ellos es real. Las personas intercambian ideas y opiniones, colaboran, discuten, producen y distribuyen información en formatos diversos y se imbrincan en relaciones personales de todo tipo.
Podemos clasificar dichos espacios según su función primordial:
- Existen espacios de propósito general para la comunicación entre personas, bien individuo-individuo o individuo-grupo, bien sea de modo síncrono o asíncrono.
- También hay espacios para la interacción social, para el ocio y la comunicación con objetivos lúdicos.
- Finalmente, hay espacios para la información, para la distribución y recuperación de información en cualquier formato digital.
La mayor parte de los análisis sobre la comunicación mediada por ordenador se centran en las características del medio y en la relación entre usuarios, esto es, entre individuos. Como mucho, se ha estudiado la comunicación en pequeños grupos. Sin embargo, una red de ordenadores gigantesca, a la que están conectados millones de personas, organismos e instituciones y que permite una comunicación flexible entre sus usuarios es también una red social. Del mismo modo que las redes son un conjunto de máquinas conectadas por un conjunto de cables, una red social es un conjunto de personas (o de organizaciones u otras entidades sociales) conectadas por un conjunto de relaciones sociales (como amistad, trabajo o simple intercambio o petición de información) (Garton, Haythornthwaite y Wellman, 1997).
Paccagnella (1997) ha afirmado que las comunidades que se forman en el IRC, los MUDs y MOOs, los grupos de Usenet News o las BBSs son ejemplos de cómo las personas pueden construir relaciones personales y normas sociales que son completamente reales y significativas para sus miembros en entornos de comunicación mediada por ordenador. Mediante la interacción social se constituyen auténticas comunidades virtuales que producen diversos bienes colectivos: permiten a la gente con intereses semejantes comunicarse a bajo coste, ayudarse mutuamente intercambiando ideas y experiencias, coordinar sus actividades y, a la postre, proporcionan la clase de identidad y los sentimientos de pertenencia al grupo que se
J. Adell: Redes y educación 14
encuentran en comunidades en las que las relaciones son cara-a-cara (Smith, 1992). Las relaciones entre los miembros de una comunidad virtual no están predeterminadas por las características intrínsecas del medio de comunicación. Las relaciones en la red, un patrón articulado de relaciones, roles, normas, instituciones y lenguajes desarrollados en línea, según Paccagnella, pueden ser tan variadas como en la vida fuera de la red y, por tanto, objeto legítimo de investigación.
La complejidad de las relaciones virtuales es una función de la plasticidad humana y, como pretendemos destacar, de la flexibilidad que ofrece la comunicación mediada por ordenador. Una flexibilidad que puede ser puesta al servicio de intenciones educativas. La escuela es también una comunidad social, un conjunto intrincado de relaciones entre personas situadas en contextos sociales, políticos, culturales y económicos cuyos actos de comunicación son uno de los objetos de análisis de la investigación educativa.
Una característica notable de la Internet es que se trata del primer medio (o conjunto de medios) de comunicación de masas bidireccional. Es decir, por un lado, el receptor puede convertirse con gran facilidad también en emisor de mensajes, por otro, la audiencia potencial es enorme. Los medios tradicionales, la radio, la televisión o el mismísimo libro impreso, son unidireccionales: los roles de emisor y receptor están claramente preestablecidos y no se intercambian. Los receptores se están convirtiendo en sujetos potencialmente emisores, un fenómeno que se está consolidando en este fin de siglo (De Pablos, 1996). La Internet es “la imprenta de los que no tienen imprenta”. El escaso coste de publicar en la red permite que personas o grupos que no pueden acceder a las formas tradicionales de difusión de sus ideas o que sólo conseguirían una audiencia reducida por falta de medios dispongan de una tribuna de alcance mundial. Aunque al competir con millones de otros emisores se produce una fragmentación y diversificación de las audiencias (Castells, 1996, pág. 337) y la especialización de los canales.
Las tecnologías de la información, a lo largo de la historia, han contribuido a construir nuestras estructuras mentales. El paso de la cultura oral a la lecto-escrita significó transformaciones radicales en la forma de percibir y procesar la información y en la manera en la que somos conscientes de nuestra propia historia (Ong, 1995). La imprenta auspició la alfabetización universal (un proceso que tomó siglos, por otra parte y que sólo se completó cuando los trabajadores tuvieron necesidad de leer y escribir) y la difusión del conocimiento, así como la creación del objeto cultural por excelencia: el libro (Eisenstein, 1994). El libro ha conformado nuestra visión de la ciencia y el saber como proceso acumulativo, nuestros curricula sistemáticos y secuenciales, y nuestras técnicas de enseñanza. Los medios eléctricos y electrónicos, desde el telégrafo hasta la televisión, han eliminado la distancia y el tiempo en la transmisión de información y han creado figuras de la sociedad de masas como "la opinión pública o la "audiencia". Actualmente, las redes informáticas están trastocando la mayor parte de estos conceptos.
Las tecnologías digitales de procesamiento, almacenamiento y difusión de la información ponen en cuestión de una serie de conceptos, auténticas categorías de pensamiento, como “autor”, “editor”, “obra”, “público” e incluso “discurso”, ligados a la imprenta y, posteriormente, perfectamente adaptados a los medios audiovisuales de masas. Los análisis sobre los media tradicionales (periódicos, TV, etc.) no son aplicables a la red en su mayor parte. Los editores de periódicos y revistas que han desarrollado versiones online están aprendiéndolo a marchas forzadas: no basta con hacer una versión electrónica del producto impreso. Los usuarios quieren otras cosas, quieren algo inherente a la red: interactividad y simetría en la relación. La Internet está desafiando conceptos creados durante siglos de
J. Adell: Redes y educación 15
imprenta, como la actual legislación sobre derechos de copia o las leyes sobre importación y exportación. Pero este desafío alcanza también a otras instituciones sociales, creadas y desarrolladas en periodos que podríamos caracterizar por la graves limitaciones materiales a la comunicación humana existentes. Muchas de nuestras instituciones políticas fueron creadas en una época en la que la manera más rápida de comunicación eran las postas de caballos. Las bibliotecas como almacenes de información y los roles tradicionales de los bibliotecarios como catalogadores-guardianes del conocimiento han dado paso al concepto de "broker" de información y a las "bibliotecas sin muros". La escuela y el profesor como fuente de todo conocimiento hace años que fueron desafiados (y vencidos) por la TV en la lucha por "llenar" las cabezas de los estudiantes. Este papel es hoy más insostenible, si cabe. Cualquier estudiante conectado a Internet puede conseguir información sobre casi cualquier tema que sorprendería a sus profesores. Ahora bien, comprenderla e integrarla adecuadamente en su estructura cognitiva o usarla en otros contextos es otra cuestión.
Finalmente, la Internet se nutre de una utopía: el acceso de todos a toda la información en todo momento y desde cualquier lugar. Pero la utopía tiene límites evidentes: aunque disponemos de los medios y la infraestructura para hacerla realidad, vivimos en un mundo dominado por los intereses comerciales y las leyes del mercado, en el que la información, más que un derecho o un servicio, es una mercancía. La filosofía que hizo grande la Internet, libertad y cooperación (Barberá, 1995), convive ahora con una feroz competitividad entre empresas. De una red experimental, académica, desinteresada y cooperativa, ha pasado a ser, también, el escenario de feroces luchas económicas. Pero, entre los terabytes de información comercial inútil y los megabytes por segundo de las lineas de comunicación, queda espacio de sobra para el resto de nosotros, para los que creemos que puede utilizarse como instrumento de libertad y cooperación, como herramienta al servicio de la comunicación entre las personas






No hay comentarios.:

Publicar un comentario